Origen del Charango
El charango tiene su origen en la antigua vihuela de mano, cordófono español introducido a la América durante la colonia y que en esa época, s. XVI, estaba en su apogeo.
A principios del s. XVI se conocían 3 tipos de vihuelas: la vihuela de peñola (tipo de guitarra que se tocaba con plectro), la vihuela de arco (tipo de violín que se tocaba con arco) y la vihuela de mano (tipo guitarra que se tocaba directamente con los dedos).
La vihuela de mano tenía 5, 6 y 7 cuerdas dobles afinadas al unísono, además se presentaba en 3 tamaños fundamentales: el pequeño (agudo), el mediano (normal) y el grande (grave). Desde el s. XV al s. XVIII en España fue muy notorio el cultivo de este instrumento. Se sirvieron de él, los salones de la corte, las liturgias religiosas y las manifestaciones de
carácter popular.
En la segunda mitad del s. XVI este instrumento contaba con una vasta literatura en España, ya circulaban métodos para su enseñanza mediante sistemas cifrados, escritos por grandes vihuelistas de la época, como los trabajos de Luis Milán, Miguel de Fuenllana y Luis de Narváez.
En la diversidad de tesituras que presentan nuestros charangos, se puede apreciar los 3 tamaños fundamentales de la vihuela de mano: los pequeños, medianos y los grandes.
PRESENCIA DE LA VIHUELA DE MANO EN BOLIVIA
Una vez fundadas las principales ciudades y villas de la Audiencia de Charcas, descubierta la enorme riqueza del Cerro Rico de
Potosí (1545) y asentada la explotación de minerales, los españoles atraídos por la fabulosa riqueza, se establecieron principalmente en este territorio llamado Alto Perú, ahora Bolivia, trayendo consigo formas propias de esparcimiento y pasatiempos, entre ellos el arte musical.
Pero durante el coloniaje no solo se preocuparon por la búsqueda de riqueza sino que además, perseguían la expansión de la fe Cristiana entre todos los nativos, por ello llegaron numerosas órdenes religiosas casi inmediatamente después de la conquista (dominicos, franciscanos, jesuitas, agustinos) quienes hicieron uso de instrumentos musicales para introducir a los indígenas a los ritos religiosos católicos. Tal como lo demuestran las pinturas de José López de los Ríos (1690), Juan Ramos (1706) de la escuela kolla, Leonardo Ramos, Melchor Pérez de Holguín (1739) de la escuela Potosina, Gaspar Miguel de Berríos (1737), Luis Niño (145), el Maestro de Caquiaviri (1779) y otros anónimos pertenecientes al s XVII y XVIII.
POTOSI CUNA DEL CHARANGO
A principios del coloniaje, comenzaba a surgir la Villa Imperial de Potosí, como consecuencia del descubrimiento del famoso Cerro Rico “Sumac Orko” (1545) donde abundaba la plata al extremo que se decía: “que con ella se podía construir un puente desde Potosí a España”, fama que se extendió por todo el mundo y que a la postre Potosí se convirtió en una ciudad cosmopolita de extrema importancia.
Los cronistas nos relatan que ha vista y paciencia del impresionante Cerro Rico, Potosí florecía y crecía cada día más y más; es así que en el año 1610 Potosí alcanzaba a 160.000 habitantes, mientras que Londres a 100.000 habitantes, París a 65.000, Sevilla a 45.000, Lima a 27.000 y Buenos Aires a 25.000 habitantes.
Asimismo estos cronistas, escribieron sobre la increíble riqueza del Cerro Rico, llamándolo: “Singular obra del poder de Dios”, “Milagro de la naturaleza”, Cieza de León manifestaba “En ninguna parte del mundo se halló Cerro tan rico…. Como en esta famosa Villa de la Plata”. Huamán Poma de Ayala afirmaba sobre la importancia del Cerro Rico con estas palabras: “Por dicha mina es Castilla, Roma es Roma, el Papa es Papa y el Rey es monarca del mundo”.
La pluma inmortal de Miguel de Cervantes Saavedra en Don Quijote de la Mancha editada en 1605, logró poner en boga en el mundo entero la frase célebre “Vale un Potosí”. Asimismo en Don Quijote dice: … “Si yo te tuviera que pagar Sancho…. el tesoro de Venecia, las minas de Potosí fueran poco para pagarte…..”
Por otra parte, existe un informe del viaje al Cerro Rico de Potosí que data del año 1670 del francés D’Accarette du Biscai entregada a Luis XV Rey de Francia donde advierte que “… en Potosí las iglesias y las casas están todas ellas ricamente adornadas de platería, tapicería, la gente está cubierta de brocados de oro y plata, de tela escarlata y de seda, no habiendo nadie que no sea servido en bandeja de plata…. Hubo festejos por el nacimiento del príncipe de España, que duraron 15 días seguidos…
para las fiestas precedentes se había desadoquinado el camino que conducía de una iglesia a la otra y para la procesión se la volvió luego adoquinar con barras de plata de manera que todo el camino estaba así cubierto”
Consecuentemente, atraídos por toda esta fabulosa riqueza, arribaron millares de forasteros y aventureros en busca de fama y fortuna, llegando entre ellos magníficos músicos y hábiles payadores, quienes deleitaban al pueblo por las noches, en las clásicas serenatas desarrolladas en las calles, plazas, teatros, invitando a una “participación general”.
En el año de 1616, Potosí ya contaba con un Coliseo propio donde las artes alcanzaron su gran esplendor, desde representaciones de teatro indígena, hasta obras de clásicos españoles donde cantaba y bailaban al son de sus vihuelas, instrumento que se adentró al corazón del nativo boliviano para perdurar a través del tiempo, dando lugar al nacimiento del charango después de librar procesos de transculturación, aculturación como: remedo, afecto, prestigio, curiosidad, etc.
Fueron los indígenas explotados durante la colonia en la Villa Imperial de Potosí quienes moldearon e hicieron al charanguito, imprimiéndole sus sentimientos, sus nostalgias, sus penas, y entregándole toda su alma. Sin lugar a dudas que fueron los arrieros indígenas, trasportadores de minerales y productos necesarios para garantizar la vida y la estancia de la Villa Imperial de Potosí, los que lo llevaron por esos caminos de herradura como un compañero vital de sus largas y penosas travesías, costumbre aún arraigada en Bolivia donde los campesinos atraviesas serranías, valles, llanos y se detienen en poblados o tambos con este instrumento llamado charango, al compás de sus burrok’atinas (del quechua: persiguiendo al burro)
LAS SIRENAS CHARANGUISTAS DEL S. XVIII COMO OTROS TESTIMONIO DEL ORIGEN DEL CHARANGO.POTOSI CUNA DEL CHARANGO
A estas sirenas charanguistas las encontramos en la portada de la Iglesia de San Lorenzo de Potosí, antigua parroquia destinada para los indios y ejemplarizada como la obra cumbre del arte indigenista. Estas fueron esculpidas en piedra entre los años 1728 a 1744, donde se puede apreciar nítidamente dos sirenas ambidextras tocando charangos (una toca con la derecha y otra con la izquierda) y otros dos músicos, uno interpretando la vihuela de arco y el otro un arpa portátil. Asimismo existen sus réplicas en la portada de la Iglesia de Salinas de Yocalla, Provincia Tomás Frías, construida en 1743 y estrenada en 1747 a pocos kilómetros
de la ciudad de Potosí. Estas sirenas esculpidas en piedra, también formaban parte del decorado de algunas portadas de casonas potosinas, en la parte superior del retablo mayor de la iglesia de la Merced – Sucre.
Es posible encontrarlas también en obras de pintores alto peruanos del siglo XVII y XVIII en la iglesia de Guaqui – La Paz, en Huachacalla – Oruro
Igualmente podemos observar a estas sirenas charanguistas en las portadas de Iglesias peruanas como en la Basílica Mayor de Puno, esculpidas en 1757 y en la Iglesia de Santo Tomás de Chumbivilca 1787-1794). En Pomata en el presbiterio de la iglesia de Santiago (1787-1798) y en el Sotacoro de la iglesia de San Miguel. En Cusco en un retablo de la virgen de la Natividad en la iglesia de Santa Clara (1779)
Este recorrido de nuestras sirenas charanguistas desde la Iglesia de San Lorenzo Potosí – Bolivia (1728), hasta la Iglesia Santo Tomas de Chumbivilca – Perú (1787), así como la vinculación que tuvo el comercio de la plata desde Potosí, hacia el Cusco, pasando por Ayacucho, llegando hasta las minas de azogue de Huancavelica (Perú), nos permite evidenciar que este “corredor andino” ligado principalmente al comercio y traslado de minerales extraídos del Cerro Rico con destino al viejo mundo, se constituye también en una de las primeras formas de dispersión del charango por el Bajo Perú en tiempos de la colonia, tomando a su vez
acentos característicos de las regiones en las que se ha ido desarrollando.
Nuestra inquietud, como folklorista, investigador y ejecutante de este hermoso cordófono llamado charango, nos ha llevado a muchos museos de instrumentos musicales como: el de Madrid y Barcelona (España), el de Viena (Austria), Ginebra (Suiza), el de Tokio y Osaka (Japón), museos de la antigua Unión Soviética; museos de instrumentos musicales de Alemania, el museo de instrumentos musicales de Quito (Ecuador) y muchos otros de diversos países del mundo, así como colecciones privadas, deduciendo de esta manera que estas vihuelas o guitarras barrocas del s. XV y XVI tienen características físicas que se encuentran en los cordófonos bolivianos pertenecientes a la gran familia de charangos.
ETIMOLOGÍA DE LA PALABRA CHARANGO
La palabra charango, deriva de dos voces americanas: CHARANGA, palabra muy utilizada durante la colonia y que servia para designar a la música de instrumentos metálicos (El charango ha sido considerado como “bullicioso, estrepitoso” seguramente por su estructura musical de una acústica dominante; y de CHARANGUERO, que quiere decir “tosco, grosero, chapucero”; asimismo chambón, imperfecto (por su condición de instrumento rústico hecho artesanalmente), como también por su presencia en manos de los indígenas quienes provocaban hasta mediados del siglo XX risa y menosprecio en las élites dominantes, porque el arte de los
indígenas ha sido medido con moldes occidentales llenos de odio, racismo e ignorancia.
Tenemos evidencias, según testimonios, que ya durante el s. XIX y comienzos del s. XX, el charango indistintamente era también conocido con el nombre de CHARANGA, encontramos este denominativo en la publicación semanal “La Reforma” de la ciudad de La Paz el 6 de noviembre de 1877, también encontramos en las obras de Jaime Mendoza (de Bolivia 1874-1939), Ricardo Palma (del Perú escrita entre 1872-1906), Víctor Varas Reyes (de Bolivia 1947), Tarateño Rojas ( de Bolivia 1937), entre otros, que consolidan la tesis acerca de la etimología de la palabra: CHARANGO.
Después de varias solicitudes hechas a nuestras autoridades por los miembros de la SOCIEDAD BOLIVIANA DEL CHARANGO (SBC) desde 1973, tuvieron que pasar 33 largos años de lucha para la promulgación de la ley del CHARANGO PATRIMONIO CULTURAL DE BOLIVIA y Potosí como CUNA DEL CHARANGO, firmado el 21 de julio del año 2006 por el Honorable Santos Ramírez Valverde, Presidente Interino de Bolivia Verdaderamente éste fue un logro muy importante para la SBC, por lo cual nos sentimos muy orgullosos y felices.
Bibliografía:
Del libro “EL CHARANGO. Su vida, costumbres y desventuras”
De Ernesto Cavour Aramayo, escrito el año 1977 y publicado por Ediciones
Cima La Paz – Bolivia
Primera edición 1980
Segunda edición 2001.
Tercera edición 2003.